Entre 1460 y 1520 surgieron en Carmona seis conventos o monasterios, como de manera indistinta se les designa en la documentación de la época: los conventos femeninos de Santa Clara, Madre de Dios y Santa Isabel (o de la Concepción) y los masculinos de San Sebastián, Nuestra Señora de Gracia y Santa Ana. Se trata, sin duda, de un fenómeno muy notable por cuanto significa, no sólo la capacidad de la sociedad carmonense de crear ex novo un complejo mundo monástico en una ciudad hasta entonces dominada por la religiosidad «oficial», de la que era agente principal el clero diocesano, sino el triunfo de la espiritualidad representada por franciscanos, dominicos y otras órdenes. En el origen de algunas estuvo el movimiento eremítico, de gran importancia en Carmona, a juzgar por el elevado número de ermitas de que tenemos noticia, y, en el caso de los monasterios femeninos, la existencia de grupos de mujeres devotas, conocidas popularmente con el nombre de beatas, que hacían vida de recogimiento en pequeñas comunidades, rigiéndose en ciertos casos por las reglas de las órdenes Terceras de franciscanos y dominicos.
POR: D.MANUEL FERNÁNDEZ JIMÉNEZ
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