La historia del alcaraván comí

El día era muy lluvioso, un padre con su hijo de la mano observó a un alcaraván completamente mojado y sin fuerza para remontar el vuelo, el animal permanecía a un lado del arroyo inmóvil con sus ojos de color negro y amarillo que reflejaban la tristeza provocada por el hambre propio de días de infortunio, ni tan siquiera una mosca jugueteaba cerca de su pico para paliar la escasez de su buche. El hijo se soltó de las manos de su padre y con lágrimas en los ojos cogió al animal llevándoselo a su casa entregándoselo a su mama para que lo secara en el tendedero a la puerta del cortijo. 
Ella cogió dos alfileres de madera y con las alas extendidas  lo tendió al sol. Paso el tiempo y el alcaraván sintió que la brisa de la tarde calentaba su cuerpo y observó que la luz del sol que se reflejaba en las gotas de agua que anidaban en sus plumas ya no molestaba a sus ojos y entendío que tenía seca sus alas. De repente, una raposa con su cría acertó a pasar por allí, mirando fijamente al alcaraván exclamo: ¡Alcaraván comí! Este con los ojos desorbitados pego dos aletazos desprendiéndose de los alfileres,  estaba completamente seco, y dijo: ¡A otro menos a mí!.
En su vuelo no dejaba de mirar hacia atrás por si le seguía la raposa,  sin comprender que las raposas  se arrastran solo por el suelo y nunca podrán  levantar  el vuelo en busca de nuevos horizontes.

La raposa siguió su camino viendo como el niño lloraba de la mano de su padre por la pérdida de su alcaraván, y todo por culpa de una raposa rastrera y criticona que se aprovecha de la buena fe de las gentes sencillas, de la nocturnidad y del anonimato para cometer sus fechorías, pero si le cerramos todas las puertas al gallinero por muchas vueltas que de alrededor nunca alcanzara su presa.  

En su largo recorrido el alcaraván paso por tierras de barbechos, olivares, naranjales, conoce toda la vega, haciendas y cortijos de nuestro termino, ha visto como desaparecían muchas zonas verdes de veredas y caminos cortados por el hombre, voló cerca de una chatarrería custodiada por un muñeco de metal con los brazos elevados hacia el cielo en señal de clemencia por los atropellos  cometidos en su entorno.  En  su día se le apodo como el novio de la Sebastiana, no tiene nombre, su mirada esta clavada en un terreno que  fue alameda de eucalipto, cortados por el afán de algunas fabricas de celulosa.
El alcaraván entro en una casa ajena, pues no tenía casa propia, le dejaron escribir algunas  cosillas de tiempos pasados...
Con el peso de su primer artículo no pudo, quebrandose un ala, pero supo recuperarse y seguir escribiendo sin muchas nociones de gramática ni de artículos e intenta defender los ataque a nuestro medio rural, tanto a la naturaleza como a su gentes. Sobre todo por los abusos cometidos por la depredación de su riqueza cinegética,  causadas  por el furtivismo y por la contaminación producida  por fertilizantes, herbicidas,  plaguicidas..... Contaminando así nuestra tierra y acuíferos  de nuestra comarca y por los vertidos ilegales de explotaciones ganaderas a nuestros arroyos y ríos, los pinchazos  a nuestras corrientes de agua subterráneas y la poca depuración de las aguas residuales. 

                                          POR: EL ALCARAVÁN COMÍ