En la parte superior de la tapadera había un asa en forma de media circunferencia, que servía para abrir la Quincana, el cierre constaba de dos apéndices introducidos uno en otro y a su vez cruzado por un pasador de madera de olivo, la Quincana se transportaba colgada a la espalda en forma de bandolera, en su interior podíamos encontrar objetos de aseo personal como maquinilla, hojas de afeitar, peine, jabón y algunas viandas ricas en grasas como chorizos y morcillas que suplementaban los ranchos (almuerzo, cena) que se hacían conjuntamente con toda la cuadrilla. También recuerdo que lo que menos faltaba era el tocino serrano de veta que se comía en pequeñas lonchas y chamuscado al fuego.
La Quincana en aquellos tiempos estaba considerada por los jornaleros como un tesoro en el que guardaban los secretos de sus pocas pertenencias fueras de sus hogares, se ubicaban casi siempre en las gañanías colgada en un clavo o estaca introducidos en la pared cerca del jergón ( colchón ) relleno de tornas ( Paja gorda) a la mano de su propietario, el cual algunas veces soñaría verla llena de exquisitos manjares, pero al despertar ve que la realidad es otra y lo único que le queda es trabajo, polvo, sudor, cansancio, suciedad y parte de las viandas que reservo para ofrecérselas a sus hijos cuando llegase a casa.“ PERRA VIDA LA DE ENTONCES “
ARTICULO ESCRITO POR: EL ALCARAVÁN COMÍ
muy interesante. conozco el objeto quincana de constantina, sevilla, y tengo una qe compré allí hace años. la foto del alcaraván encarandose a ka oveja,genial.
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