martes, 27 de enero de 2015

LA GENERALA ( Recuerdos del pasado )


Recuerdo  aquellos años entre los cincuenta y sesenta, donde la vida entre olivares  discurría de una forma monótona y sencilla, arropada por una hacienda blanca que albergaba todo lo relacionado con las tareas agrícolas.
Una de las dependencia más utilizada era la cocina, muy espaciosa con un poyete  donde descansaban cuatro hornillas mas dos fregaderos de cemento, frente a ellos un gran fogaril  que abastecía de ascuas a  hornillas y braceros  cubiertos  por un “ enjugador” (artilugio de varetas trenzadas) para evitar la quemaduras y además los día de lluvia se utilizaba para secar la ropa que más falta hacia. 

En uno de los rincones la cantarera de madera sostenía el peso de dos cantaros de barro cocidos con capacidad para dos arrobas ( 23 kg.) según se  comentaba, al fondo la puerta de salida dando vista a un gran patio empedrado,  cruzado por un alambre grueso que servía de tendedero, a la izquierda un pequeño jardín de claveles, hierba buena, perejil y geranios a la derecha  . La puerta que daba aseso al comedor estaba custodiada por una parra donde en verano algunas mujeres a su sombra remendaban la ropa y zurcían los calcetines, de una de sus ramas pendía una tira de papel en forma de serpentina impregnada en una sustancia viscosa donde las moscas quedaban atrapadas, de frente , el gallinero rodeado de tela-metálica y sombreado por un inmenso árbol “Pitiforo” dando cobijo a gallinas y pavos.


El comedor era la estancia más lujosa de la finca, allí se ajustaban  las cuentas anuales de los gastos acaecidos en la hacienda, la mesa cubierta de un Hule o tapete dejaba ver las seis sillas de eneas pintada de un verde oscuro, del techo descendía un cable liado en forma de tomiza que sostenía la bombilla,  cual casquillo en su parte superior estaba  adornado  por una moña o lazo  de papel rojo,  a la derecha había una repisa de madera cubierta de un paño de crochet y encima un aparato de radio que nunca cambiaba de emisora ,  a continuación una máquina de coser “Alfa” que desde su altura miraban a dos macetas de Pilistras con sus hojas muy verdes por  lo que se adivinaba su limpieza con aceite.


Rodeado por este ambiente, recuerdo que a la hora de almorzar se escuchaba una melodía, que posteriormente se repetía por la noche,  que al finalizar se titulaba: Diario Hablado de Radio Nacional de España, esta emisora creada en 1936 como medio de propaganda y difusión del régimen dictatorial durante la guerra civil Española, la melodía se titulaba “La Generala” antiguo toque militar de ordenanza, adaptado a la época por José María Otaño, sacerdote Vasco que trataba los temas religiosos al principio del nacimiento de esta emisora de radio, a lo largo de los años, esta sinfonía fue cambiando y sobre los  cincuenta la cadena SER utilizaba para las grandes ocasiones, la versión compuesta por el maestro Frederick Monpou.
Cuando recuerdo esta melodía, lo primero que se me viene al pensamiento es un perol tiznado rodeado de trabajadores,  que cuchara en mano y de pie  se preparaban para el almuerzo. Por la tarde-noche antes del diario hablado o “Parte” como ellos lo llamaban, se aseaban en un pilar donde bebían las caballerías, disponiéndose para la cena y luego descansar en los camastros de las Gañanías. La poca alimentación y el poco aseo personal por carecer de medios y las largas jornadas de trabajo iban en paralelo con una sinfonía titulada “la Generala” que anunciaba al diario hablado de Radio Nacional de España.



   Articulo escrito por : El alcaraván comí

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