domingo, 8 de junio de 2014

LA VEREDA DEL COTO LA PLATA



La mayoría de las veces cuando caminamos por una vía pecuaria no sabemos diferenciar si es vereda, cañada, cordel... el paso del tiempo ha limitado a estas vías de comunicación entre pueblos y ciudades como simples caminos de rodaduras , limitados por los bujes de los vehículos que circulan por ellas, sean agrícolas o particulares. 
Refiriéndome solamente al término municipal de Carmona, son muchos los factores que han intervenido en esta modificación , un caso de esto es el aprovechamiento de agricultores labrando parte de sus orillas , quedando casi en desuso por la escasa o mejor dicho ninguna trashumancia que se lleva a cabo hoy en día , pues el desplazamiento del ganado hacia los pueblos se hace en camiones a través de carreteras.





La vereda del Coto de la Plata , 
cuyo nombre verdadero es la "Vereda de Cantillana", la he recorrido muchas veces desde su nacimiento en Carmona allá por la "Ronda Norte", pasando por la antigua alcantarilla del arroyo de aguas residuales llamado vulgarmente “El Cochino", por su olor fetido , actualmente soterrado hasta la antigua huerta segunda cerca de la cuesta del Barrial, situada  en la parte izquierda de la carretera de Brenes, siguiendo la vereda hacia Cantillana a la izquierda se encontraba un pozo realengo cerca de la casilla de "Robones" , seguidamente hay otro pozo realengo y descansadero  “el Cañajoso” lindando con finca de "Las Torres", conservando el deteriorado pilar cubierto por una higuera rodeada de una gran cantidad de eneas, a continuación, el pozo de los Santos (Realengo) con escalón de mármol sombreado por una gran higuera custodiada por una fila de álamos blancos, sombreando las zarzas donde anidaban los ruiseñores que en las madrugadas de verano con luna llena se dejaba oir la melodía que el macho desgranaba muy cerca del nido donde descansaba la hembra, el pozo de las "Mercedes", también realengo, donde un tablón a flor de tierra  invitaba al caminante a hincar la rodilla para beber el agua cristalina que brotaba de la tierra en un torbellino hirviente que se serenaba al llegar a la superficie del agua, cerca de la casilla del cura, se encontraba el pozo realengo cuyo nombre adopto de la finca o viceversa.  Siguiendo la vereda y tras el cruce de los canales y de la vía férrea se llega a la barriada de la Monta y atravesando el Guadalquivir se adentra en Cantillana.  

Hoy me pongo a pensar con nostalgia en tiempos pasados a lo largo de las estaciones , la vereda , cambiaba su forma de vida, a principio del verano las perdices con sus polluelos la cruzaban rápidamente para camuflarse entre el mar de olivos que la bordeaban, el arrullo de la tórtola al amanecer, presagiaban un día caluroso, confirmado por la chicharras que dejaban oír su canto abrasadas a la ramas de los olivos , las palmas en sus orillas protegían a las avispas despertando del letargo de la noche, los pastos que la acompañaban albergaban gran cantidad de saltamontes, capturados por los chavales de los cortijos cercanos para alimentar algún que otro Kikili atrapado en las murallas de Carmona. 
Los trabajadores de las fincas cercanas le daban vida en su trasiego cotidiano, a la caída de la tarde el mochuelo y la zumaya se despertaban para alimentarse durante la noche, el olivar cuidado a la antigua  usanza daba un aspecto de pulcritud y limpieza. 
En el otoño después de las primeras aguas la hierba nueva llamada (toña) se deja ver entre los pastos secos de los bordes de la vereda, los pajarillos de invierno  en su entrada desde Europa y Africa se arropaban en el olivar y en las lentisquinas  y encinares del monte que antiguamente tenía el Coto de la Plata. 
En invierno los días claros tras la limpieza de la atmosfera por la  lluvia, se divisaba a lo lejos la Sierra Norte, nítida, diáfana, algunos hilillos de humo blanco azulados salidos de las chimeneas de los caseríos cercanos apuntaban hacia el cielo en señal de la calma reinante.
En la primavera  la explosión de  vida se palpaba en la vereda, miles de flores en sus bordes invitaban a los insectos y animales al apareamiento para perpetuar la especie, todo esto ha desaparecido hoy en día, lástima que aunque la vida sigue, las veredas en su Otoño perecen paulatinamente por la ambición del hombre, los deslindes siguen  el afán del dinero y los terrenos invadidos seguirán manteniéndose a costa de la fauna y la flora, las propiedades privadas del termino seguirán manteniendo como suyo los terreno de aprovechamiento común.



                                ARTICULO ESCRITO POR : EL ALCARAVÁN COMÍ



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