POR: ESTEBAN MIRA CABALLOS
Primera página de la obra del padre Arellano. Reproducida
del ejemplar conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid
Debió
nacer en Carmona
en el
tercer tercio del siglo XVI, aunque no tenemos certeza ni del año exacto, ni de
su
infancia
y juventud en nuestra localidad
Ha sido
descrito como una persona erudita y piadosa
lo cual
debe ser cierto a juzgar
por sus
propios escritos. Sus textos son propios de una persona con una sólida
formación
humanista,
pues en su historia de Carmona cita una extensa bibliografía de más de 200
autores,
entre los que se incluían una extensa pléyade de tratadistas clásicos, libros
píos
y
religiosos, así como una completa gama de historias de España y de historias
locales y
particulares.
Predominan los libros clásicos y religiosos a los que debió tener fácil acceso
en las
bibliotecas de los conventos en los que residió. Sin embargo, también incorpora
una
larga lista de escritores, religiosos y laicos, que escribieron diversos
tratados de historia
de
España. Por ejemplo, trabajó, como no podía ser de otra forma, la importante
Historia
de España
del
Padre Mariana, a quien cita en numerosas ocasiones. Incluso elogió
su
virtuosismo, pues, a su juicio a él se debía
muy
gran parte de la luz y verdad que en las
historias
tenemos.
Su
libro rebosa pietismo por todas partes. El mismo refirió que, antes de
profesar,
viviendo en Carmona, estuvo desahuciado por los médicos debido a una enfermedad
y que
sanó finalmente tras encomendarse a la Virgen de Gracia
Arellano
siempre recubre la realidad con una aureola pía, desdibujando la frontera entre
lo terrenal y
lo
espiritual. Así, por ejemplo, sabemos que, al final del libro, copió
prácticamente un
manuscrito
de 1602 sobre la Invención de la Virgen, sencillamente acentuando lo piadoso
y
milagrero.Posteriormente, profesó en la Orden Tercera de San Francisco, lo cual
debió ocurrir
acaso
en la segunda década del siglo XVII. Según declaró el mismo, en el momento de
la
redacción del libro moraba en el convento de la Madre de Dios de los Remedios
de
Córdoba.
Por
lo demás, nos consta, por referencia del autor de El Curioso Carmonense, que
abandonó
la Orden Tercera, ingresando el 8 de julio de 1630 en la
religión
calzada de la Santísima Trinidad de Sevilla7.
Tres
años después, residiendo en dicho convento, dio a
la
estampa dos nuevos impresos: el primero se titulaba,
Antigüedad
del convento de la
Santísima
Trinidad de Sevilla y origen y principio de la Santa Imagen de Nuestra Señora
de los
Desconsolados
(Sevilla,
1633), mientras que el segundo lo intituló Libro del
descubrimiento
y
conducción a Sevilla de las reliquias de las Santas Justa y Rufina, sus patrona(Sevilla, 1633)
Asimismo,
afirma Méndez Bejarano que dejó escrito un manuscrito titulado
Virtudes
de los capitanes y prelados.
El
libro se estructura en 31 capítulos a los que se agrega un anexo con una
recopilación de
autores
citados. Los tres primeros capítulos son introductorios; en el primero se
justifica
el
fin de las historias que, para el cenobita, no era otro que destacar las
heroicidades para
que
las generaciones venideras conociesen las glorias de sus ancestros. Arellano
concibe
su historia
como una forma de guardar y preservar en la memoria las grandezas de Car-
mona.
En los Capítulos segundo y tercero se hace una introducción histórica de España
y
Andalucía.
Del
capítulo IV al X trata de la fundación de Carmona así como de la época romana.
Arellano
incide especialmente en la Carmona Antigua, ya que considera que en esa época
vivió
ésta su momento más glorioso. Incluso en alguna ocasión se lamenta de la
decrepitud
de la
Carmona de su época (fol. 17r.) a la que contrapone el ilustre municipio de la
época
de Julio Cesar. Interesante idea que ejercerá una influencia decisiva en la
historiografía
posterior
y muy especialmente en el autor de
El
Curioso Carmonense.
Los
capítulos comprendidos entre el XI al XVII están dedicados a exaltar las grandezas
de
Carmona, recopilando alabanzas históricas, describiendo la fertilidad de la
vega,
destacando
sus personajes ilustres –a San Teodomiro se le dedica íntegramente el capítulo
XV– y
describiendo, finalmente –capítulos XVI y XVII– las principales obras de arte,
tanto
religiosas como civiles.
Desde
el capítulo XVIII retoma la historia de Carmona que culmina en el capítulo
XXII
donde narra la toma de Carmona por las tropas musulmanas. Desde la pérdida de
Carmona
en el siglo VIII hasta su reconquista en el 1247 –Arellano la fecha
erróneamente
en
1248– hay un vacío total que debemos justificar doblemente: uno, por la falta
de documentación
y de
bibliografía que impidió al fraile reconstruir dicho período histórico. Y
dos,
por el escaso interés que despertaba en él, ya que, al igual que la mayor parte
de los
historiadores
de su tiempo, consideraban –injustamente, por cierto– el largo paréntesis
musulmán
como una época oscura. Probablemente, Arellano sabía de la brillantez de
Carmona
en este período histórico que omitió más que por desconocimiento por otras
concepciones
de tipo religioso. Una Carmona que fue descrita en el siglo XII por Al-Idrisi
con
las siguientes palabras:
“Esta
última villa –se refiere a Carmona– es grande y sus murallas son comparables a
las
de
Sevilla. Estuvo antes en poder de los berberiscos y sus actuales habitantes son
todavía
muy
díscolos. Situada en la cumbre de un monte, es muy fuerte. La campiña que la
rodea es
extremadamente
fértil y produce en abundancia trigo y cebada”
Desde
el capítulo XXIII al XXVIII se incluyen seis
discursos
en
los que se recorren
los
reinados de los principales reyes cristianos desde la pérdida de España,
insertándose
en el
XXVII la Reconquista de Carmona. Se trata de una torpe estrategia, comúnmente
utilizada
a lo largo de toda la Edad Moderna, para rellenar con historia general los
vacíos
existentes
en la crónica local
Desde
mediados del capítulo XXVIII hasta el XXXI deben
entenderse
como un primer anexo en el que se trata de la
Invención
y milagros de
la Virgen
de
Gracia.
La
historia de Arellano ha recibido críticas por parte de la historiografía. El
propio
autor
de El Curioso muestra una postura ambigua entre la admiración y la crítica.
Éste,
aunque
lo considera la primera persona en interesarse por la historia de Carmona, le
recrimina
su falta de crítica y la ausencia de una búsqueda de documentación, como
observamos
en las líneas siguientes:
“Y
aunque dicho libro es despreciado por los curiosos por su poco método e
introducir su
autor
mucha historia general que no había motivo para ello, no obstante, es el único
que
hasta
hoy se aplicó, digámoslo así, a juntar antigüedades de esta ciudad. Es cierto
que el
padre
dejó muchas cosas por poner y muy útiles, y se conoce registró poco del
archivo, tal
vez
por no tener proporción para ello como yo he tenido con motivo de estarse
arreglando,
y
también lo es por lo que después he visto pone algunas cosas fundado sólo en la
tradición,
que
muchas veces suelen ser falsa.
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